La complicidad

Luis Felipe Molina R.
2 min readMay 9, 2023

Considero que hay pocas situaciones que hagan crecer las relaciones humanas como la complicidad. Esa mezcla entre intimidad y entendimiento permite que todos los lazos tengan un sello especial y, por lo tanto, conserven ese elemento único que les consiente permanecer pese al tiempo u otras circunstancias.

La complicidad se nutre con las horas y los días. Además, con ella se guardan preciosas memorias que provocan la comprensión mutua, situación que enriquece cualquier tipo de momento y refuerza el rol del afecto con el tiempo.

Las buenas amistades y relaciones interpersonales, por citar un ejemplo, se nutren de esa especie de “chiste interno”, que coincide solamente con ese factor cómplice y algunas otras sonrisas. Por eso, en los encuentros con los viejos conocidos, nada mejor que rememorar y brindar por aquellos recuerdos de un pasado que puede verse distante en el papel, pero ‘presente’ al solo citar la remembranza.

Esa confianza es capaz de ser suficiente para funcionar como oasis y dar a entender que, pese a las distancias impuestas por el tiempo, hay algo que restablece la paz del recuerdo. Esos momentos de complicidad aceitan el engranaje de toda relación y permiten ver en retrospectiva la esencia de todo.

Foto tomada de internet — merchandisingplaza.co.uk

Puede sonar insignificante para muchos, pero, por ejemplo, para mí, una cobija con mangas con el motivo de Batman tiene enormes recuerdos y evoca momentos de otras épocas que me dejan ver con tranquilidad hacia el pasado. Hoy, por ejemplo, este recuerdo tiene toda la fuerza del carácter y la bondad. Incluso, me hace sonreír.

Aunque puede ser solamente una imagen, es la complicidad y cercanía lo que permite que, en días como este, en mayo del 2023, una simple fotografía haga las veces entre el recuerdo y el afecto; una especie de abrazo que se surte en el alma y que luego se dará.

Precisamente, es la complicidad lo que nos lleva adelante para forjar lo que somos y con quiénes vamos andando en el camino. Es algo parecido a lo que dijo El Principito:

«Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres».

Otro punto único que guarda la complicidad es que se priva de figurar en lo público. La complicidad se vive de puertas para dentro, en lo afirmativo de la privacidad y sin necesidad de notificar al mundo y a los cuatro vientos que está allí. Hay cosas que se gozan mejor “por interno”, sin el afán de querer hacer saber a los demás lo que se vive y se siente. Al final, nadie en el exterior lo entenderá.

Esto es, pues, un tributo a la complicidad… A esa complicidad que cumple años y sigue allí.

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Luis Felipe Molina R.

Periodista. Intento de escritor por desocupación. Pseudometeorólogo. Poco problemático, pero imprudente.