Las conversaciones reparadoras

Luis Felipe Molina R.
2 min readJan 8, 2024

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Desde hace 40 días me he dedicado a tener conversaciones reparadoras. En muchos momentos son incómodas e intensas, pero son nutritivas al final.

Purgar los pensamientos en simples ideas verbales para expresar lo que ha sentido el corazón y ha idealizado la mente es un ejercicio liberador cuando la contraparte sabe escuchar.

En la conversación personal que llevamos nosotros en medio del ‘yoísmo’ corremos el peligro de no llegar a ningún lado y, por el contrario, dar caminos en círculos, de manera vacía y poco edificante. De allí el peligro que muchas conversaciones se conviertan en simples monólogos o conciertos del lamento o alabanza.

Le he tomado amor a desbaratar mis palabras más refinadas para poder poner en contexto lo que siento. Lo he hecho por chat, donde me gustan los regaños, hasta en la comodidad de una mesa rodeado por café o por cualquier otro alimento.

Ha sido intenso y reparador. No es tarea fácil, puesto que hay que ponerse en la posición de la vulnerabilidad -que no significa debilidad- para poderse ocupar en decir las cosas, aunque duelan y desgarren, en especial, al ego especializado en el sufrimiento y la victimización.

Creo que de las conversaciones reparadoras no se regresa. Se aprende a morar desde la sensatez y no hay vuelta atrás.

Ha sido lo mejor que me ha podido pasar en estos últimos días de los 30 años.

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Luis Felipe Molina R.

Periodista. Intento de escritor por desocupación. Pseudometeorólogo. Poco problemático, pero imprudente.