Llegar tarde, pero llegar

Llegué tarde al Pride. El 1 de julio del 2023 participé en la primera celebración LGBTIQ+ de mi vida. Y fue una experiencia reveladora y, sobre todo, hermosa.

Luis Felipe Molina R.
2 min readJul 6, 2023
Los semáforos de Picadilly Circus, en Londres, se quedaron cortos en color frente a la gran cantidad de personas asistentes al ‘Pride’.

Nunca había participado en alguna movilización de estas, quizás por reservas, temores o prejuicios anteriores. Pero, en este caso, en una etapa de liberación de mi pensamiento y, por consiguiente, de mi vida, todo fue distinto.

Hoy me acompaña una suerte de dicha, esa misma que confiere la sensación del crecimiento y la superación. En otras palabras: tengo seguridad.

Tuve la mejor compañía posible en esta cuestión. Estuve con Sander, un amigo brasileño, libre y cálido, solo como esa nación sudamericana sabe darlo. Con él la vida fluye y, de esta manera, hubo risas, alegrías y recuerdos por doquier.

Entonces, caminar por Londres, en medio de esa fiesta multicolor que vence todo tipo de línea fronteriza, fue un momento cumbre para desprenderse de las cargas y los juicios del pasado; de reservas infundadas.

Fue el momento ideal para los pequeños pasos que otrora hubieran sido improbables y hasta de quimera. Me pinté la bandera del colectivo en la cabeza, llevé un botón en mi camiseta y pude disfrutar de toda la alegría que se producía por la sola libertad de cada uno de expresar quien es y sentirse orgulloso de ello.

Soy de aquellos creyentes en los perfectos momentos y tiempos de la vida. En otro episodio previo de mi existencia no hubiera podido disfrutar ni entender esa tarde como lo hice aquel sábado de verano. Entonces, entendí que la libertad protege y cobija, además, porque no se teme al juicio ni hay una voz invasiva queriendo seducir con falsos escenarios.

Y entre pasos de mucho color noté la alegría, la dicha, la comodidad de la que por años me perdí por vivir en un encierro imaginario, puesto que no escondo nada de las personas que amo. Soy el mismo ser con cada quien y, en ese oficio, también me propongo actuar consecuentemente.

Con las horas comprendí que la celebración del ‘Pride’ o del ‘Orgullo’ es una conquista incomprendida por muchos que no se han visto reducidos por las normas que pretenden homogeneizar lo distinto, que pretende aplicar una especie de efecto de rebaño sobre todo lo que es diferente o “no común”.

El Pride me dio permiso para cambiar la forma de pensar. Es una especie de epifanía o realización sobre lo bella que es la libertad y por qué esta se ve apuesta y atractiva desde todos los colores.

Me tardé varios años en llegar, pero llegué. Al final, la vida se trata de ir abriendo las puertas de cada estación, sobre todo esta, que es notablemente multicolor.

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Luis Felipe Molina R.

Periodista. Intento de escritor por desocupación. Pseudometeorólogo. Poco problemático, pero imprudente.